TEMAS DEL ARTE
Ecosistemas artísticos:
actantes,
pensamiento tentacular y nuevas materialidades
Artistic Ecosystems: Actants, Tentacular Thinking, and New Materialities
Cristina Santamaria
Independiente
E-mail: criizlore.glza19@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0009-0000-1382-2060
Fecha de recepción: 01/03/2025
Fecha de aceptación: 16/06/2025
Fecha de publicación: 01/07/2025
DOI: 10.26807/cav.v10i19.641
Santamaría, L. (2025). Ecosistemas artísticos: Actantes, pensamiento tentacular y nuevas materialidades. Index, Revista de Arte Contemporáneo, (19), 134–143. https://dodgerblue-hyena-987783.hostingersite.com/index.php/cav/article/view/641
Resumen
Este artículo sintetiza la investigación de titulación Ecos Vivarium, desarrollada en la Escuela de Artes Visuales – Itinerario Curaduría – de la Universidad de las Artes de Guayaquil. Se analiza cómo la curaduría contemporánea ha trascendido la mera selección y exhibición de obras para constituirse en un espacio de producción de conocimiento y convergencia disciplinaria. A partir del estudio de las exposiciones Todos los caminos llevan aquí (Galería CIF, Mz14, Guayaquil, 2024) y Ecos Vivarium (Casa de las Posadas, Red de Casas Patrimoniales, Cuenca, 2024), se reflexiona sobre la incorporación de materia viva en proyectos de arte contemporáneo, sugiriendo la necesidad de diversificar los debates bioéticos y enfatizar la agencia de lo no humano. La investigación se sustenta en referentes teóricos como Haraway (2016), Bennett (2010) y Bal (2002), quienes aportan un pensamiento tentacular que interrelaciona diversas materialidades y amplía las posibilidades interpretativas. En este sentido, se propone que la experiencia curatorial, al articular espacio, imagen y narrativa, favorece la construcción de significados abiertos y la transformación de las prácticas artísticas, expandiendo así las capacidades investigativas en el arte contemporáneo.
Palabras clave: ecosistemas artísticos, actantes, pensamiento tentacular, nuevas materialidades, agencia no humana, ontología social, ecocrítica, posthumanismo, nuevos materialismos.
Abstract
This article synthesizes the research project Ecos Vivarium, developed within the Visual Arts School – Curatorial Studies Itinerary – at the Universidad de las Artes in Guayaquil. It examines how contemporary curatorship has transcended the mere selection and exhibition of artworks to become a space for knowledge production and interdisciplinary convergence. Through the study of the exhibitions Todos los caminos llevan aquí (Galería CIF, Mz14, Guayaquil, 2024) and Ecos Vivarium (Casa de las Posadas, Red de Casas Patrimoniales, Cuenca, 2024), the research reflects on the incorporation of living matter in contemporary art projects, highlighting the need to diversify bioethical debates and emphasize non-human agency. The study is grounded in theoretical frameworks by Haraway (2016), Bennett (2010), and Bal (2002), whose contributions shape a tentacular approach that interconnects multiple materialities and expands interpretative possibilities. In this regard, the article argues that curatorial practice, by integrating space, image, and narrative, fosters the construction of open meanings and transforms artistic practices, thus broadening the investigative potential of contemporary art.
Keywords: artistic ecosystems, actants, tentacular thinking, new materialities, nonhuman agency, social ontology, ecocriticism, posthumanism, new materialisms
Biografía de la autora
Lorena Santamaría. Licenciada en artes visuales por la Universidad de las artes de Guayaquil, con mención en Prácticas curatoriales, y licenciada en Marketing por la UKUEPA en México. Además, posee un Diplomado en Género de la Universidad abierta de Chile. Desde 2020 ha participado en muestras curatoriales en Ecuador y en intercambios internacionales, destacándose en Buenos Aires (2024). Su práctica interdisciplinaria fusiona biociencias, microbiología y etnobotánica, explorando la intersección entre arte, ciencia y naturaleza. Dirige el taller multidisciplinario Encarne, que promueve la colaboración a través de talleres y conversatorios, y desarrolla una marca textil inspirada en sus investigaciones, evidenciada en la colección "Marée" y en su proyecto sobre micelio. Además, es autora de la antología poética Regresiones de la raíz, publicada en Macas, Ecuador, consolidando su compromiso con propuestas críticas y transformadoras en el arte contemporáneo. Su labor integra una visión innovadora que fusiona estética, ética y comunidad local
Introducción
Nos necesitamos como capas de compost caliente para generar nuevos encuentros, para fertilizar espacios en los que lo humano y lo denominado no humano puedan entrelazarse en un tejido común. El presente artículo analiza cómo la curaduría contemporánea ha evolucionado desde una práctica de selección y exhibición de obras hasta convertirse en un espacio de producción de conocimiento, cruce de disciplinas y generación de nuevas metodologías.
Figura 1. Paseo por el jardín ficticio
Nota. Naomi Moreira, 2024, gabinetes, madera, textil, plástico, fotografía realizada en la exposición Todos los caminos llevan aquí, Galería CIF Mnz14 en Guayaquil, Ecuador.
En particular, esta investigación destaca cómo la intersección entre arte y ciencia ha abierto caminos para la descentralización del conocimiento a través de la creación de narrativas visuales que resignifican conceptos bioéticos y ecosociales (Bal, 2002; Latour, 2004). Sin embargo, la incorporación de materia viva en la producción artística introduce debates fundamentales sobre bioética y agencia material. Siguiendo la noción de actantes de Latour (2005, p. 71), en la cual objetos y organismos no humanos participan activamente en la producción de significado, este artículo explora cómo el arte puede problematizar la dicotomía entre sujeto y objeto.
Desde la perspectiva de Lovelock (1979), la hipótesis de Gaia nos invita a entender la Tierra como un organismo vivo e interconectado, en el que cada ser y materialidad cumple una función vital en el equilibrio del ecosistema. Esta visión se relaciona con la propuesta del “Chthuluceno” de Haraway (2016), en la que las interacciones entre especies y entornos configuran redes de coexistencia. En esta investigación se analizan las curadurías Ecos Vivarium (exposición realizada en la ciudad de Cuenca, Ecuador, en la red de Casas Patrimoniales, 2024) y Todos los caminos llevan aquí (realizada en Guayaquil, Ecuador, 2024). Dicha exposición formó parte del evento “hito” de la Escuela de artes visuales en la Universidad de las artes. Ambas exposiciones se analizan como estudios de caso que ejemplifican el potencial del arte como herramienta pedagógica y de investigación interdisciplinaria, abordando las implicaciones de la agencia material y los límites bioéticos en la creación artística.
Curaduría como Práctica Investigativa
Mieke Bal (2002) introduce la idea de “conceptos viajeros”, en la cual las nociones teóricas se desplazan y resignifican en nuevos contextos. En el ámbito curatorial, este enfoque permite una flexibilidad metodológica que facilita el diálogo entre distintas áreas del conocimiento, especialmente entre las biociencias y las artes visuales (Coccia, 2018). Emanuel Coccia propone entender la curaduría como una práctica que no solo organiza objetos, sino que genera un espacio de pensamiento en el que la imagen y la materialidad permiten habitar el mundo de manera diferente. En su obra La vida sensible (2010), Coccia desarrolla la idea de que la percepción y la sensibilidad son elementos centrales para la construcción de significados, lo que resuena con la curaduría como práctica investigativa que articula nuevas formas de conocer y experimentar lo real. Como señala Haraway (2016, p. 55): “Importa qué mundos crean mundos”.
Figura 2. Biomímesis
Nota. Adriana Karolina Narváez, 2024, Bioplástico, madera, ramas, arcilla, paja, metal. fotógrafia realizada en la exposición Todos los caminos llevan aquí, Galería CIF Mnz14 en Guayaquil, Ecuador.
Desde esta perspectiva, la curaduría no solo es un ejercicio de selección, sino también una forma de mediación que facilita la interacción entre el público y los objetos curatoriales. En línea con el pensamiento de Coccia, la curaduría puede entenderse como una ecología visual en la que imágenes, materiales y narrativas crean relaciones de reciprocidad entre humanos y no humanos. Este enfoque vincula la práctica curatorial con los estudios sobre la agencia de la materia y la participación de lo no humano en la producción de conocimiento, tal como lo exploran Haraway (2016) y Bennett (2010).
Las exposiciones mencionadas aplican estos principios al establecer puentes entre la investigación teórica y la experimentación plástica con materialidades vivas, abordando problemáticas como la ecología, la bioética y la agencia de lo no humano en la creación artística. En Ecos Vivarium, por ejemplo, la curaduría se concibe como una forma de pensamiento visual que cuestiona las jerarquías convencionales de exhibición y espacios expositivos, promoviendo un acercamiento orgánico e integral a la experiencia artística mediante el uso de materiales vivos y estrategias de montaje que desdibujan la frontera entre obra y entorno.
Metodologías de Investigación en las Artes
Un pensamiento tentacular es un pensamiento capaz de poner superficies heterogéneas en contacto, de dar cuenta de su temperatura, de su deseo, de su política. Es un pensamiento que no oculta su parcialidad ni materia, sino que da cuenta de ellas, porque son parte de su cuerpo y de su capacidad de enlace con otros mundos. (Haraway, 2016, p.31)
Figura 3. Exposición Ecos Vivarium
Nota. Melissa de la A. y Renata Cervantes, 2024, montaje de la Exposición ¨Ecos Vivarium¨, Red de casas patrimoniales, Cuenca, Ecuador.
La investigación en las artes ha incorporado enfoques cualitativos y participativos que desafían los paradigmas positivistas tradicionales. Glaser y Strauss (1967) propusieron la teoría fundamentada, una metodología iterativa en la que el análisis de datos moldea progresivamente la formulación teórica. En el ámbito curatorial, este enfoque permite que la selección de obras y el diseño expositivo emerjan de un proceso dialógico con artistas y espectadores. Asimismo, el análisis cualitativo de Miles y Huberman (1994) se presenta como una herramienta fundamental para identificar patrones emergentes en la relación entre arte y ciencia.
No obstante, la investigación en artes no debe limitarse a enfoques tradicionales, sino que debe expandirse hacia metodologías transdisciplinarias. Incorporar la perspectiva de Mieke Bal sobre los “conceptos viajeros” permite abordar la investigación curatorial desde un pensamiento dinámico, en el que las ideas se desplazan y transforman a través de distintos contextos y disciplinas. Por otro lado, Donna Haraway (2016) introduce el pensamiento tentacular como una forma de entrelazar conocimientos, conectando diversas líneas de investigación en un entramado que resiste las jerarquías epistemológicas convencionales.
Desde esta perspectiva, la investigación curatorial puede beneficiarse de metodologías que no solo analicen las prácticas artísticas desde la teoría, sino que también incorporen la materialidad, las relaciones interespecies y las ecologías de pensamiento en sus procesos investigativos. Un enfoque transdisciplinario permitiría que la curaduría se desplace entre lo cualitativo y lo experimental, integrando análisis etnográfico, teoría crítica y metodologías de las ciencias sociales, al tiempo que se abren espacios para la especulación y la creación artística como herramientas investigativas. De esta forma, la curaduría se convierte en una plataforma en la que convergen múltiples saberes, permitiendo una exploración más profunda de las problemáticas contemporáneas desde el arte.
Intersección Interespecie y Materialidad Vibrante
El espacio expositivo se convierte también en un agente activo dentro de la experiencia curatorial. En el caso de la Casa de las Posadas, su condición de espacio patrimonial añade una capa de significación a la muestra, ya que la propia arquitectura entabla un diálogo con el contenido de la exposición. La presencia de plantas autóctonas en su estructura permite una interacción directa entre la museografía y el entorno natural, generando una relación simbiótica entre la obra y su contexto. Así, el cuerpo arquitectónico no solo alberga la muestra, sino que se convierte en un elemento narrativo que resignifica el discurso curatorial.
Donna Haraway (2016) introduce el concepto del “Chthuluceno”, una era que enfatiza la interconectividad entre especies y la necesidad de repensar las relaciones humanas con otros organismos en un contexto postantropocéntrico. Este marco teórico se refleja en Ecos Vivarium, donde la curaduría plantea un discurso sobre la agencia de lo no humano en la producción artística. A su vez, Jane Bennett (2010, p.12) desarrolla la noción de “materia vibrante”, según la cual los objetos poseen una vitalidad propia que desafía la distinción entre lo animado y lo inanimado. Esta perspectiva resuena en obras de la exposición, en las que materiales orgánicos y biotecnológicos interactúan para generar nuevas configuraciones estéticas y epistemológicas.
Figura 4. Utopía
Nota. Verónica Ayala Abad, 2024, collage y técnica mixta con materiales de bioconstrucción y fibras de coco. fotografía realizada en la exposición Todos los caminos llevan aquí, Galería CIF Mnz14 en Guayaquil, Ecuador.
En la exposición Todos los caminos llevan aquí, la noción de materialidad vibrante se expande hacia una comprensión del cuerpo que trasciende su composición biológica para transformarse en múltiples formas y arquitecturas. Los artistas recopilan estas materialidades para contextualizar sus obras y construir narrativas en las que la materialidad de los objetos cobra agencia propia dentro del relato curatorial. La interacción entre cuerpos arquitectónicos y organismos no humanos desafía las concepciones tradicionales del sujeto en el arte, fomentando nuevas formas de cohabitación y expresión artística.
Giros en el Arte Contemporáneo: Etnográfico, Ontológico y Material
El giro etnográfico en el arte contemporáneo se evidencia en la Residencia Limoncito, donde el proceso artístico se vincula directamente con la comunidad y el territorio. La práctica curatorial se enraíza en metodologías de participación, interacción y cocreación con agentes locales, lo que permite construir narrativas que trascienden la autoría individual y se constituyen en conocimiento colectivo.
Por otro lado, el giro ontológico, analizado en la exposición Paisaje/Territorio. Imaginarios de la selva en las artes visuales, curaduría realizada por Ana Rosa Valdez propone una reconfiguración de las relaciones entre sujeto, objeto y medio ambiente. Inspirado en el pensamiento de Latour (2012) y Holbraad y Pedersen (2017), este enfoque sugiere que la realidad no es algo dado ni fijo, sino que emerge de interacciones múltiples entre entidades humanas y no humanas. En esta exposición, el paisaje no se concibe como un fondo estático, sino como un ente en constante transformación, con agencia propia, capaz de modificar y ser modificado por quienes lo habitan y representan.
Finalmente, el giro material en el arte contemporáneo se manifiesta en las obras de artistas como Paul Rosero y Cristian Villavicencio, quienes exploran la materialidad desde la perspectiva de la vibración, la interacción y la capacidad de los objetos para afectar y ser afectados. En sus producciones, el material no es un mero soporte pasivo, sino un actante en sí mismo, resonando con la propuesta de Bennett (2010) sobre la vitalidad de la materia. Este enfoque resignifica el arte no solo como una práctica representacional, sino también como un espacio en el que la materia se convierte en coautora de la obra, en diálogo con el entorno y el espectador.
Conclusiones
La aplicación de la metodología de los “conceptos viajeros” de Mieke Bal demuestra que la flexibilidad conceptual es esencial para abordar fenómenos culturales complejos, como los conflictos bioéticos en el arte contemporáneo. La capacidad de reevaluar y adaptar los conceptos en diálogo con el objeto de estudio no solo enriquece la investigación, sino que también fomenta una interacción dinámica entre el analista, la audiencia y las obras, facilitando un análisis interdisciplinario y contextual. El arte, al abordar tensiones bioéticas y sociales, actúa como catalizador de reflexión, generando nuevos espacios de cuestionamiento y transformación. Al integrar materia viva, el arte trasciende lo convencional y proyecta posibilidades que invitan a replantear realidades establecidas.
No se trata de reducir lo cultural a lo biológico ni viceversa, sino de encontrar esos intersticios donde surgen nuevas preguntas y posibilidades. La interacción entre diversas materialidades —tanto humanas como no humanas— permite resignificar los discursos tradicionales y fomentar nuevas vías de conocimiento.
¿Qué sucede cuando dejamos de ver la biología como algo externo y empezamos a sentirnos parte de ella? ¿Cómo se transforma nuestra percepción del mundo cuando entendemos que lo “cultural” también forma parte del tejido de la vida? Estas interrogantes abren paso a nuevas metodologías que amplían las capacidades investigativas del arte, permitiendo que el pensamiento se expanda de manera tentacular, entrelazando disciplinas y generando nuevas formas de experimentar y comprender la realidad. Así, la curaduría se convierte en un espacio de mediación y en un campo dinámico en constante reformulación, que posibilita el diálogo y la construcción de sentidos abiertos a futuras interpretaciones y replanteamientos.
Las curadurías contemporáneas no solo organizan y exhiben obras, sino que también generan plataformas para la construcción de conocimiento transdisciplinario. Las metodologías cualitativas y participativas aplicadas han permitido articular un diálogo crítico entre arte y ciencia, desafiando paradigmas tradicionales y promoviendo una pedagogía de la visualidad. La incorporación del “Chthuluceno” de Haraway, la “materia vibrante” de Bennett y los giros ontológico, etnográfico y material en el arte contemporáneo han ampliado la capacidad del arte para resignificar las relaciones entre humanos y no humanos, desdibujando las fronteras convencionales de la creación artística.
La investigación cualitativa, con su enfoque en la comprensión profunda de las relaciones causales y contextuales, se posiciona como una metodología ideal para explorar las tensiones bioéticas en el arte. A través de un análisis minucioso y la identificación de mecanismos subyacentes, el enfoque cualitativo no solo interpreta las narrativas éticas y sociales emergentes del uso de materia viva, sino que también permite sumergirse en los complejos diálogos entre arte, ciencia y ética. Esta metodología proporciona una comprensión rica y matizada de las dinámicas en juego, subrayando que las obras de arte no solo reflejan realidades existentes, sino que pueden movilizar y reconfigurarlas, abriendo nuevos horizontes para el pensamiento crítico y la acción transformadora. De este modo, el arte se erige como un motor de cambio, un espacio en el que los anhelos se representan y se convierten en herramientas activas que desafían y remodelan los marcos éticos y sociales establecidos.
Es imprescindible mantener un diálogo abierto en las fases pre, durante y post exposición, ya que esto amplía el alcance reflexivo de las propuestas curatoriales y permite que generen ideas que reconfiguren paradigmas. Las curadurías Ecos Vivarium (2024) y Todos los caminos llevan aquí (2024) son ejemplos paradigmáticos de cómo el arte contemporáneo, al operar en la intersección entre prácticas artísticas y biociencias, puede funcionar como herramienta para la democratización del conocimiento científico. Estas exposiciones no solo utilizan materia viva como medio creativo —desafiando la autonomía tradicional del objeto artístico—, sino que también introducen cuestiones bioéticas y ecosociales que reconfiguran el espacio expositivo como un lugar de interrogación pública.
Como señala Claire Bishop (2012, pp.6 y 7), “las prácticas artísticas contemporáneas han dejado de ser exclusivamente autorreferenciales para convertirse en vehículos de investigación interdisciplinar”. Las obras que integran materia viva —ya sean organismos genéticamente modificados o ecologías artificiales— transforman la experiencia estética en una forma de pedagogía visual que, en palabras de Bruno Latour (2005), “redefine lo político mediante una nueva distribución de lo sensible”. Estas curadurías activan lo que Mieke Bal denomina “conceptos viajeros”, al desestabilizar las dicotomías entre naturaleza y cultura para construir relatos más inclusivos y críticos.
Por otro lado, el uso de organismos vivos como material creativo subraya la relevancia de una ética curatorial responsable. Como argumenta María Fernández (s.f.), “las interacciones entre arte, ciencia y tecnología requieren un marco ético que considere no solo las implicaciones bioéticas, sino también las dinámicas sociopolíticas que estas intersecciones generan”.
Las exposiciones mencionadas, al establecer un diálogo directo con las biociencias, no solo fomentan la participación del público, sino que lo convierten en agente activo dentro de un proceso de conocimiento compartido. De esta manera, el arte contemporáneo reafirma su capacidad para traducir conceptos complejos en experiencias accesibles, generando un diálogo crítico y pedagógico. Siguiendo a Jacques Rancière (2009, p.45), estas propuestas curatoriales no solo democratizan el conocimiento, sino que reconfiguran “la relación entre lo visible y lo decible, entre lo que puede ser experimentado y lo que puede ser pensado”. Así, Ecos Vivarium y Todos los caminos llevan aquí se erigen no solo como exposiciones, sino como laboratorios de pensamiento en los que se exploran nuevas formas de relacionarse con el mundo vivo.
Las tensiones bioéticas abordadas en esta investigación no se limitan a cuestiones específicas sobre el uso de materia viva, sino que cuestionan sistemas de poder más amplios relacionados con el acceso al conocimiento, la regulación científica y las dinámicas de exclusión social. Las prácticas artísticas contemporáneas demuestran un potencial significativo para catalizar reflexiones críticas sobre estas problemáticas, promoviendo un diálogo necesario entre disciplinas. Este artículo subraya que las prácticas artísticas que emplean materia viva amplían las fronteras del arte contemporáneo y actúan como plataformas críticas para reflexionar sobre cuestiones éticas, científicas y sociales. Al integrar metodologías flexibles y enfoques interdisciplinarios, la investigación contribuye a un entendimiento más profundo de cómo el arte puede ser un espacio tanto de cuestionamiento como de transformación cultural.
Referencias bibliográficas
Bal, M. (2002). Travelling concepts in the humanities: A rough guide. University of Toronto Press.
Bennett, J. (2010). Vibrant matter: A political ecology of things. Duke University Press.
Bishop, C. (2012). Artificial hells: Participatory art and the politics of spectatorship. Verso.
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Fernández, M. (s.f.).
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Haraway, D. (2016). Staying with the trouble: Making kin in the Chthulucene. Duke University Press.
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Rancière, J. (2009). The emancipated spectator. Verso.